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jueves, 18 de enero de 2018

100. Muestra 4. Contexto familiar (II). Manuel Álvarez

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Entrada 100. Publicada 18-1-2018











Plano de Mieres unos veintitantos años después de aprobarse el ensanche de 1900 (autor, ingº Eugenio Ribera).
Por su fecha incluye ya  la revisión posterior o segundo ensanche. No se trata pues de uno de los documentos originales del proyecto primero de 1900, sino de un estado actual de la evolución de la villa de Mieres. Aunque firmado por R. Pérez, todos los elementos de representación  planimétrica se corresponden con los propios del capataz Manuel Álvarez, a quién lo atribuimos en calidad de dibujante integrante del equipo de Ribera.
Publicado por Pérez González, R., “Mieres”, cap. II, 
en VV.AA., Geografía de Asturias, vol. 2, págs. 94-95. Avilés, 1982.




4.5 Manuel Álvarez Álvarez (cont. 19)
(Antepasados técnicos industriales  de Benxa)


Años 1890. Integrante del equipo redactor del ensanche de la villa de Mieres dirigido por el ingeniero Eugenio Ribera en 1900

Con anterioridad a los ensanches propiamente dichos otras iniciativas urbanas, no de su estricta calificación, contribuirán de forma más espontanea a gestar operaciones menores que vinieron igualmente a ampliar y modernizar el suelo urbano. Podrían denominarse pre-ensanches y en Mieres deja testimonio de ellos el plano de 1895, que examinamos ahora antes de hacerlo del siguiente, el del propio ensanche de 1900. Además este anticipo del documento urbanístico tal detecta cierta relación con los capataces Álvarez/Rodríguez. Con el primero por delinear el plano donde se insertan ya operaciones asimilables al recrecido de Mieres de 1900, y a ambos porque para los años 1890 ya figuran domiciliados en La Pasera, enclave que junto con Sobrelavega ya fueron presentados como barrios especiales por su clara orientación urbana respecto a los demás núcleos orillados a la carretera Adanero-Gijón, aldeas de origen campesino pero para las fechas dominados ya por un vecindario de ocupación industrial.

La Pasera no resultó producto del ensanche de 1900, pero sí el núcleo principal de entre los dos antiguos recién indicados. Exactamente su suelo o superficie sería tomado como referencia para el trazado principal del nuevo callejero, resultando éste como soldado a La Pasera y producto más directo de su crecimiento. Signo inequívoco, pues, de su jerarquía urbana y centralidad dentro del Mieres anterior a 1900. Asimismo a La Pasera le correspondería un lugar preeminente en este anticipo del ensanche en función de su uso residencial de nivel medio, del buen caserío todavía heredero de las maneras constructivas del Antiguo Régimen y de la presencia de buena parte de los servicios [Entrada 5-1-2018]. Distribuida a ambos lados de la carretera de Jovellanos, aunque situadas a desigual distancia de la misma la zona principal oeste y la este, el plano de 1895 recoge otros dos áreas de interés de este seudoensanche. Una en el límite sur de La Pasera, la calle de Camposagrado o de la estación, trazada en los 1870 uniendo ésta con la carretera que articulaba los distintos nucleolos que integraban Mieres. Calle de otro modo con cierta analogía con la de Campomanes en Oviedo, también proyecto adelantado de crecimiento movido por la necesidad de unir el casco antiguo con la estación del ferrocarril. Y dos, retornando a La Pasera y vecina de ésta por el norte, la iglesia parroquial de San Juan Bautista, patrono de la villa, de cuyo imafronte arrancaría el trazado (todavía ausente) de la otra gran calle del ensanche tal, orientada en sentido paralelo a la de la estación y limitando por el norte y sur, respectivamente, el trazado del futuro Mieres del nueva planta proyectado por Ribera cinco años después.

Y restan otros dos enclaves donde más espontánea que planificadamente, fueron tomando cuerpo tipologías edificativas que luego se impondrían en el ensanche propiamente dicho. Se trata de Sobrelavega, barrio de nueva creación a raíz de la construcción de la Casa Consistorial en los años 1860, y del tramo comprendido entre la avenida de la estación (surcada por la vía del ferrocarril minero de El Peñón) y todo a lo largo de La Pasera, pero precisando que en su acera oeste, donde se desplegaba la vega de cultivos. En torno al Ayuntamiento y en formacionón entre medianeras se sucedía en esta área un caserío moderno en altura, el que se erigirá luego en prototipo de edificio urbano habitual en los ensanches del XIX, de ocupación dominantemente plurifamiliar, de dos a cuatro alturas sobre rasante, elegante balconaje presidiendo la fachada, de otro modo austeramente decorada, y la omnipresente galería acristalada en al alzado opuesto, con función múltiple además de servicio de la cocina. Sin abandonar La Pasera y en una de estas viviendas de clases medias ocupada en régimen de alquiler residió el capataz Álvarez con sus hijos tras enviudar en 1910 [AMA]. Las condiciones de habitabilidad de la vivienda superarían con creces el anterior domicilio en El Mesón -también en La Pasera, unos metros más hacia la iglesia y en la acera de enfrente-, un caserón destinado al uso que su nombre apunta y del que resulta destacable su carácter representativo del caserío original que conformó este punto neurálgico a la hora de establecer la conexión entre el antiguo y el nuevo Mieres en su primera fase de crecimiento planificado.

En el terreno de las decisiones sobre el futuro de la villa de Mieres no extraña que Manuel Àlvarez efectuara una modesta inversión en este espacio de La Pasera. A finales de los noventa o en el decenio siguiente adquirió la casa conocida como de “José el Zapatero” [Benxa, Una Comarca…, pág. 27], pero continuó residiendo de alquiler y hasta los últimos años de su vida no trazó un proyecto de ampliación y reforma orientado a mejorar la situación económica de los hijos pendientes de emanciparse. A colación de lo anterior y como testimonio de su poco más que simbólico patrimonio inmobiliario, pese a su actividad en un sector altamente lucrativo, se tiene noticia de otra vivienda por él mismo proyectada en 1899 en La Peña, al pie de los hornos de la Sociedad La Unión [AMA]; casa exenta que llegó a edificarse y posiblemente a arrendarse.
Hasta aquí algunas observaciones de naturaleza urbanística a partir del plano de la villa de Mieres de 1895 atribuido a Manuel Álvarez, aunque no firmado por tratarse de un documento administrativo al servicio del Ayuntamiento. Precisamente la firma de Álvarez, cuando figura, constituye uno de los recursos para calificar sus trabajos cartográficos de personales o de autor, esto es, surgidos de motu propio; lo mismo que los planos anónimos pero a él atribuidos se corresponden con levantamientos contratados y remunerados. El o el conjunto de planos que siguen al de 1895 integrarían el proyecto de ensanche de 1900 (el primero de Mieres, pues hubo otros posteriores) “presentado” [Pistono/Burgos] por el ingeniero Ribera a la corporación municipal local. En su defecto –al menos creemos que no se encuentra publicado- se impone recurrir al siguiente por orden cronológico, también sin firmar ni fechar. O precisando, firmado por R. Pérez, el autor del capítulo sobre geografía urbana de Mieres [Referencias abajo, Pérez González], fechado por éste en la segunda mitad de los años 1920 y por otros [Pistono/Burgos] en el precisp año de 1920.

Por segunda vez en esta sección del blog atribuimos un plano urbano de Mieres al capataz Manuel Álvarez [Entrada 5-1-2018]. Trazos, figuras de edificaciones, líneas, ferrocarriles, huertos, ríos y rótulos resueltos en distintas tipos de letra se corresponden con sus maneras gráficas, y más aún, muestran semejanzas evidentes con sus equivalentes en el plano de 1895 –véase la reproducción casi exacta de la manzana edificada en la acera de en frente de La Pasera, la del caserío desordenado y más antiguo. Para 1920 Álvarez Álvarez ya se había trasladado a Olloniego, pero tal y como ocurrió con otros trabajos planimétricos suyos, encargados en fechas tardías y cuando ya desempeñaba otro puesto y actividad profesional, se le buscaba allí donde se encontrara para, en calidad de experto en el tema en fechas anteriores, solicitarle planos actualizados garantizados por su conocimiento directo y la documentación de origen guardada entre los materiales de su archivo. Noticias en este sentido constan tanto a efecto de planos de la población de Mieres como de cartas geológico-mineras.

Volviendo al ensanche de Mieres de 1900, un recorte del plano más moderno mencionado, unas dos décadas posterior [figura de cabecera de la entrada], permite acercarse con fidelidad a la evolución morfológica del Mieres nuevo, máxime perteneciendo ambas representaciones urbanas (1895 y 1920-1925 o más, respectivamente) al mismo dibujante en calidad de delineante. No procede aquí ahondar en este primer proyecto de crecimiento planificado para el futuro de la villa en los años iniciales del siglo XX. Su reducido tamaño, el sensible retraso en abordarse, la reproducción fiel de los intereses económicos prioritarios y de los principios formales que a gran escala se venían aplicando en las grandes capitales, u otros aspectos por el contrario atípicos del núcleo preexistente de Mieres y demás análisis ya fueron tratados o lo serán en trabajos complementarios de precisión. En su lugar únicamente destacar el escaso margen de acción con que contó su artífice Ribera, aquí limitado a un trabajo que desmerece su talla singular como diseñador de puentes de innovación tecnológica para su tiempo. Y a la inversa, dejar constancia de la oportunidad que para el capataz Álvarez, como subordinado de un técnico superior de destacado talento, entrañaría esta colaboración, pues aunque desenvuelta en una materia ajena a la minería, las inquietudes plurales del ayudante beneficiarían su interés por la diversificación de los conocimientos técnicos.

No se descarta que a raíz de este contacto Manuel se interesara por la proyección y dirección de edificios modernos para la villa, coincidiendo igualmente con su labor como constructor de hornos sistema Rodríguez. Su hijo menor, Benxa, dejó constancia del orgullo sentido por su padre durante esta etapa de trabajo a las órdenes del ingeniero “D. Eugenio Ribera”. En más de una ocasión había comentado en su casa aquel dato que luego resultaría objeto de confusión para alguno de quienes se interesaron por él. Escuchar : “Mi padre hizo el plano del ensanche de 1900”, literalmente se prestaba a sobreentender en calidad de autor, cuando la participación a la que Benxa se refería se ceñía a título de dibujante o delineante dentro del equipo responsable. Pero también citaba curiosidades como la de que todas calles del primer proyecto del nuevo Mieres guardaban una orientación casi exacta norte-sur y este-oeste, y también en algún artículo extraviado dejó declarado cómo en algunos aspectos del diseño el ingeniero de obras públicas había tenido en consideración y aplicado ciertas sugerencias advertidas por el capataz minero, lo que no resulta extraordinario dada su condición de vecino y buen conocedor de Mieres, su misma formación y el perfil curioso y observador que lo caracterizaba.
Como una fortuna inmaterial, la del saber ampliado, fue interpretado por Manuel este periodo de Ayudante de Obras Publicas en el Ayuntamiento de Mieres. A esta valoración no resultó tampoco ajena la oportunidad de aproximarse a otro campo de la representación planimétrica del espacio, la urbana.





Referencias
. Álvarez “Benxa”, B., Una comarca a punta de lápiz. Laminarium de Mieres y Lena. Oviedo, 1975.
. Pérez González, R., “Mieres”, cap. II, Geografía de Asturias, vol. 2, págs. 75-133. Avilés, 1982.
. Pistono Favero, J./Burgos Fernández, E., “Influencia del ferrocarril en el ordenamiento urbano. Asturias: Mieres y los ferrocarriles mineros”, Historia Ferroviaria. Gijón, 2003. (PDF).








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